lunes, abril 09, 2007

La ciega, la atleta incansable y la pendeja

Hace unos cuantos días, me puse a filosofar sobre las cosas profundas y extremadamente importantes en la vida de los seres humanos. Pensaba en esas situaciones y experiencias que llegan a marcar tu vida de manera radical, aquellos instantes en donde sientes que la sangre sube a tu cerebro y tiñe "tímidamente" tu rostro con un rojo nada atractivo. O sea y dejándome de pendejadas… estaba tratando de recordar cuál fue el oso más grande de mi vida. Y como soy algo torpe, tenía muchos de dónde escoger. He aquí una selección de ellos para que me ayuden a elegir el peor y poder contestar con honestidad el pinche cuestionario que recibí.


1.- Tenía como 12 o 13 años y me disponía a hacer la tarea mientras veía la tele. Necesitaba algo de la papelería y mi religiosa dotación de munchies, así que tenía que salir a la calle. Por alguna extraña razón, ya me había quitado los lentes de contacto y me dio güeva volvérmelos a poner. Vanidosa como siempre, no quise salir con mis lentes de fondo de botella y me dije "Ay, pues si nada más voy a la pape, cuál es el problema". Juntóse que a esa edad, yo tenía el síndrome de Forrest Gump y ahí iba yo, echa la chingada hacia la mentada papelería cuando de repente algo me paró en seco y me mandó de nalgas al piso. Lo primero que pensé fue "no mames, qué me pasó, esto es como la dimensión desconocida" y hasta después empecé a sentir las miradas de los transeúntes y el madrazo. Mientras me levantaba, toda sacada de onda, madreada y apenada, estiraba las manos como tratando de tocar la pared invisible y NO HABÍA NADA, por supuesto estos movimientos convirtieron las miradas en carcajadas. Subí un poco más y entonces entendí todo. UN PINCHE CABLE!! De esos que van del piso a un poste. Cómo chingados le hice para estrellarme con él exactamente a la mitad de la jeta? En fin, ahí no quedó todo pues tuve que aguantar toda una semana con una raya roja en medio de la cara porque el trancazo sí estuvo mamón.

2.- En la secundaria le entraba a todos los torneos de cualquier deporte y como tenía buena condición física, califiqué para un dizque maratón. En la recta final iba en primer lugar, vi a mi familia, a mis maestros y toda la gente que esperaba ver a sus hijos llegar a la meta. La gente aplaudía y me animaba, volteé para ver quién iba atrás de mí y saber si era necesario aumentar el paso. No era necesario, el segundo lugar estaba muy lejos y yo era una súper chingona. De repente todo se volvió blanco y a unos cuantos metros de la meta, enfrente de toda la multitud, caí desmayada y la velocidad hizo que barriera la arcilla con la jeta. A lo lejos escuché la dulce voz de mi madre que me decía "¡Párate, pendeja!". ¿Qué no había sido suficiente el oso de caerme de esa manera?¿Era necesario que mi madre sacara el cobre en frente de mis maestros, compañeros y etcéteras? En fin, me levanté con tierra hasta en los dientes y con la pierna medio sangrada y llegué en 4º. Lugar, aunque hubiera querido quedar inconciente.

3.- Estaba en un ensayo de mi grupo de jazz, días antes del "gran evento", en el EGO (antes (Lady 'O). Para el show usábamos los 2 pisos de pista y al de arriba todavía no le ponían barandal. Según yo estaba teniendo cuidado de no bailar muy pegada a la orilla, supe que estaba en un error cuando después de una doble piruet, el paso hacia delante que seguía, lo dí en el aire y… MADRES, MADRES! Primero me pegue en las costillas con la esquinita de la pista y después azoté en el piso. Por supuesto, el madrazo me sacó el aire y empecé a gemir de una manera extrañísima: "aaghhhhhhh, wiiiiiiii, jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj". Algo así como un puerco en el matadero. Mientras yo me revolcaba y seguía guarreando o gruñendo, todos mis compañeros del grupo (incluido el güey que andaba tras mis huesitos) hicieron ruedita y me contemplaban como testigos de un exorcismo. Más me dolió la jeta de vergüenza, que el trancazote que me metí. Y creo que la gente del grupo jamás me volvió a ver con los mismos ojos.


Seguramente tengo más osos, pero ya me dio güevita seguirle. Así que en cuanto recuerde los demás los posteo. Por lo pronto, vayan votando, no?

8 comentarios:

Carliters dijo...

Mi voto indoncional al trancazo número 2 y la jefa gritandoo (juar, juar) ¡¡parateeee pendeeeeeeeeeejaaaaaa!!!

Yo le hubiera agregado:

¡¡¡Hazeselas, hazeselaaaaaaaaaas!!! (sic)

Baldor dijo...

No, no, no... mi querido Carliters, estuvo mejor el de la pared invisible... Hubiera pagado por ver eso, aparte tiene el Handicap que a los 12 años ese tipo de osos hace un impacto mucho más profundo en la mente de uno.
Voto por la primera anécdota.

Fuera de lugar dijo...

Voto también por la uno, ya que la dos más que oso me parece una ojetada y la tres una manchadez de tus compañeros que no te ayudaron ante lo que me figuro debe haber sido tremendo madrazo.
Además, como también soy cegatona, tu anécdota uno me ha hecho recordar osos personales, jejeje

jorgeluis dijo...

Ahí va una composición para esa memoria fantástica compuesta por todas las cosas que nunca pasaron, o que por lo menos no pasaron como las recordamos. Lo relato a manera de cortometraje.

A cuadro el reflejo, en el espejo del baño, de una niña de 12 años quitándose los pupilentes. Corte a la misma niña pero un par de años después quitándose pants y sudadera al borde de la pista, apartada del resto de las corredoras. Corte a la misma chica unos cuatro años adelante, en el Ego, atándose las agujetas de sus botines de jazz.

La acción regresa a la más joven de las tres, por encima del hombro mira sus anteojos. Hace un gesto de desagrado y da la vuelta para salir del baño. Baja las escaleras con prisa por llegar frente al televisor. Corte a la adolescente que realiza su calistenia con tal delicadeza que a leguas se nota inefectiva. Se mueve más como si modelara el outfit de moda que como si de verdad quisiera preparar sus articulaciones y sus músculos para la carrera. Corte a la señorita en el Ego. Está en el piso haciendo stretch. Se prepara como una profesional, con el balance perfecto entre concentración y esparcimiento. Lleva su cuerpo al punto ideal para el desempeño perfecto, que es a lo que está acostumbrada.

Vuelta a la niña quien se percata de la falta de munchies (whatever that is). Voz en off: "en sus marcas". En cámara lenta se puede apreciar cómo carga su peso hacia atrás tomando impulso. Corte a la chavita. Más de una docena de pies se colocan al borde de la línea de salida. Toma subjetiva del pie de nuestra protagonista, la cámara se levanta y se ve la primera recta de la pista. Corte a la chica de la disco. Sube los escalones y toma su lugar en la coreografía del oppening.

Corte al juez de salida levantando la pistola por su derecha con el brazo extendido mientras se lee claramente en sus labios que pronuncia una palabra que, sin embargo, escuchamos en la voz de la coreógrafa (Gloria): "¿listos?". Corte a la niña que lentamente regresa hacia el plano en que originalmente reposaba su centro de gravedad. Corte a la carrera. La chica se encoge ligeramente preparándose para atacar con agresividad en la primera zancada. Corte al antro. La música inicia y nuestra protagonista llena sus pulmones hasta el tope para sacar el aire lentamente.

Voz en off ralentizada que dura lo que los dos primeros cortes: "¡fuueeeraaa!". Corte a la niña que echa a correr hacia la puerta. Corte a la chavita que arranca a toda velocidad desde la línea de salida, no es la primera pero sí la más prometedora. Corte a la joven, remata con un talón y con las palmas extendidas el primer acento de la música.

[Serie de cortes breves.] La niña abre la puerta y sale de casa volviendo a cerrarla con una destreza impresionante. La chica hace un par de cambios de peso para pasar entre dos contendientes que le cerraban el paso. La bailarina carga su peso y se alarga a la derecha extendiendo el brazo del mismo lado en 5,6; regresa al centro y arriba en relevé en 7 y cae con una rodilla al piso abrazando la otra pierna en 8. La niña corre sobre la banqueta como si tuviera el firme propósito de romper un récord. La chica en la pista ha adelantado a todas las demás, su paso firme y veloz le auguran el primer lugar. La joven baila de tal forma que todo lo hace parecer sencillo y espectacular, nadie más baila como ella. Toma abierta de frente de la niña corriendo en la banqueta, cambio de foco y se distingue un cable en su camino a sólo unos pasos más. Toma cerrada de la chavita corriendo, a la altura de su rostro. Voltea hacia atrás cerciorándose que nadie la sigue de cerca, se enfoca hasta tener la nítida imagen del segundo lugar varios metros atrás. Va regresando la cabeza, la meta está a sólo unos pasos. Toma abierta que abarca toda la pista del Ego desde una posición elevada y desde el frente. La toma se va cerrando poco a poco hacia la protagonista. Continúa cerrándose y baja más hasta enfocar la orilla de la parte superior de la pista y los pies de la chica.

[Serie de cortes breves.] La niña choca con un objeto invisible. Terminando de voltear hacia la meta, los ojos de la chica parecen desvanecerse. El pie de apoyo de la doble pirouette se acerca peligrosamente a la orilla. La niña cae de espaldas. La chica pierde el control de sus piernas y se precipita hacia adelante. La bailarina baja de las pirouettes pero el piso se ha acabado y cae vertiginosamente. La niña cae de nalgas, absolutamente sorprendida. La corredora se arrastra penosamente en la arcilla. La joven se golpea contra un escalón que le saca el aire y cae por fin al piso. La niña se levanta tentando el aire frente a sí, percibe miradas que se convierten en risas conforme busca inútilmente un cristal que no está allí. La adolescente comienza a volver en sí quizá por el dolor y alcanza a distinguir una voz familiar "¡párate pendeja!" junto con la sensación de pasos a su alrededor. Sin aire en los pulmones la bailarina yace boca arriba jadeante y avergonzada. Los demás la rodean y la observan en silencio. El susto pasó pronto, el dolor se quedará hasta el día siguiente, la pena durará un poco más.

Corte a la niña descubriendo el cable con el que chocó. Su cara comienza a mostrar la marca que le duraría una semana completa. Corte a la corredora, ha llegado en cuarto lugar en una carrera que tenía en la bolsa. Corte a la bailarina. Se levanta del suelo y termina el ensayo sin realizar esfuerzos, sólo marcando los pasos.

Corte a una mujer frente a la computadora de su trabajo. Termina de subir a su blog tres anécdotas que fueron osos memorables en su vida. Se detiene un momento antes de hacer click en ok y publicar. Vuelve a pensar en lo vergonzoso de esos tres momentos y sonríe. Se ve hermosa, como siempre. Presiona el botón izquierdo del mousse. Corte y fin.

Mariluz dijo...

Jaja estan muy buenos , particularmente el de la atleta me acorde de un partido de futbol de mis hermanos estaban super chavitos y uno de sus compañeros del nervio se hizo pipi, nadie se había dado cuenta hasta que su mama se le ocurre gritar a todo pulmón ¡Ya te measte Jose Antonio! jaja pobre escuincle seguro que quedo traumado de por vida.

Mariluz dijo...

Cielo
Cuando escribí mi comentario solo había leido ese post y me pareciste muy simpatica, asi que decidí leer todos los post que has publicado, y creeme que núnca pense lo que iba a leer, pareces tan positiva en tus últimos post que es difícil pensar que es la misma persona la que escribe al principio y al final, con esto quiero decir que sin conocerte, en verdad de admiro, se que lo has pasado difícil, pero se tambien que en el fondo eres una sobreviviente y sales adelante, asi que felicidades y ojala sigas escribiendo más de ti.

Unknown dijo...

No kidding!! No me puedo dejar de reir (lo siento), lo único bueno de todo esto, es que en el trabajo mi lugar tiene puerta y todo (no como en el banco) y no necesito esconderme para que la gente no piense que me estoy volviendo loca por reir muchísimo mientras no hago más que ver fijamente el monitor de mi computadora. Yo voto por la línea roja en la cara!!

hpons dijo...

Estupenda entrada, me has hecho reír muchísimo. Ya voté por mi favorita (La pendeja)

saludos